jueves, 30 de abril de 2015

LA GRANDEZA DEL HOMBRE 5° GRADO


El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios".

La imagen de Dios se da en el hombre independientemente del sexo, tal como se advierte en el relato inspirado donde se dice que la persona humana fue creada por Dios como hombre y como mujer.

Que el hombre es imagen de Dios significa, ante todo, que es capaz de relacionarse con Él, que puede conocerle y amarle, que es amado por Dios como persona. «De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador"; es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma"; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad».

Cuando se buscan los factores que distinguen al hombre de los demás seres naturales, éste es el fundamental: el hombre es capaz de relacionarse con Dios; sin duda, existen otras diferencias importantes, pero ninguna es tan profunda como ésta.

El hombre es persona, no es simplemente una cosa. La persona tiene una dignidad única: nadie puede sustituirla en lo que es capaz de hacer como persona. Y sólo entre personas puede darse la amistad y el amor. «Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar»

Una persona es alguien que es capaz de pensar (inteligencia), capaz de querer (voluntad), capaz de decidir (libertad) y capaz de darse (amar).

2. Un ser corporal y espiritual

La igualdad en dignidad de toda persona humana.

Un ser corporal

El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente. Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios».

El cuerpo es algo bueno, querido por Dios, y destinado a la vida eterna: «Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día».

La persona humana es corporal. El cuerpo no es un añadido, ni un freno para el desarrollo del espíritu como han dicho con diversos matices los dualismos.

Un ser animado

El hombre, a diferencia de otros seres, posee unas capacidades creativas y argumentativas que resultan indispensables para plantear los problemas científicos, buscar soluciones, y poner a prueba su validez. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente.

3. Dios creó al hombre “varón y mujer”

  • Igualdad y diferencia
    Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". Ninguno de los animales es "ayuda adecuada" para el hombre (Gen 2,19-20). La mujer, que Dios "forma" de la costilla del hombre y presenta a éste, despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión: "Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gen 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro "yo", de la misma humanidad.
  • “El uno para el otro”, “una unidad de dos”
    El hombre y la mujer están hechos "el uno para el otro": no que Dios los haya hecho "a medias" e "incompletos"; los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas ("hueso de mis huesos...") y complementarios en cuanto masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando "una sola carne", puedan transmitir la vida humana: "Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra". Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador.
    4. El hombre “Señor” de lo creado
    En el plan de Dios, el hombre y la mujer están llamados a "someter" la tierra (Gn 1,28) como "administradores" de Dios. Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, "que ama todo lo que existe" (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la Providencia divina respecto a las otras cosas creadas.

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