lunes, 18 de abril de 2016

EL ENSAYO

La RAE define el ensayo: Escrito en prosa en el cual un autor desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter y estilo personales.
Partes de un ensayo
En líneas generales, el autor divide en párrafos sus ideas y todo se estructura en tres partes:
Introducción Es la primera parte del ensayo y consiste en una oración o párrafo que debe incitar al lector a quedarse a seguir leyendo. Si el texto es bastante extenso, se puede escribir más de un párrafo. En esta fase del ensayo se puede comenzar con una pregunta, alguna reflexión o estadísticas que presenten el tema que el autor pretende desarrollar. También se deben anotar las razones por las cuales se considera importante saber más al respecto. Sin extenderse, estaría bien si se expusiera de una vez el punto de vista que se tiene, así el lector sabrá la postura que habrá durante todo el texto.
 Desarrollo En este período se desarrollan las ideas que se expusieron a groso modo en la introducción. Se recomienda dividir las ideas por párrafos para facilitar la lectura y poder organizarse mejor. También es aconsejable comenzar los párrafos con una palabra conectora que indique que hay coherencia entre la idea anterior y la que prosigue.
Para enriquecer este proceso, se puede hacer uso de la descripción, de la narración o de citas de otros autores (esto último entre comillas)
Conclusión Esta es la última parte del ensayo y comprende una comprobación de la idea que se expuso en la introducción. Digamos que es una idea un poco más profunda que la introducción, pues se supone que hemos reflexionado durante todo el proceso. Se puede finalizar con una opinión del escritor. Esto es todo lo que se necesita para escribir un ensayo. Te recomendamos que antes de comenzar organices tus ideas aparte, para que no te pierdas y seas muy preciso en tu punto de vista, sin divagaciones que puedan confundir al lector.
A continuación, un breve ensayo para analizar: se enfoca en analizar a la eutanasia, los argumentos a favor y en contra de la misma.

La palabra eutanasia tiene origen griego. Deriva de "eu", que significa bien", y de thanatos, que equivale a muerte.  Es decir, el buen morir o buena muerte.

En Grecia la eutanasia era entendida como una especie de muerte sin dolor y honorable. Es decir, no planteaba un cuestionamiento moral respecto a su práctica, ya que era preferible a una vida mala o indigna.

En la Edad media, las creencias religiosas sentaron posturas en contra, considerando que la vida humana era un obsequio de Dios, por tanto, solo él tenia derecho sobre ella, y no así la persona.

La Asociación médica mundial se refiere a esta práctica en los siguientes términos:
La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Ello no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad.

Desde el punto de vista religioso, la Iglesia Católica condena a la eutanasia de la siguiente forma, en la encíclica Evangelium Vitae: "la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de la persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio. Adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin dulcemente a la propia vida o a la de otros" (n. 64) o, más propiamente, "en sentido verdadero y propio se debe entender (la eutanasia como) una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La eutanasia se sitúa, pues, en el nivel de las intenciones o de los métodos usados".

Se trata de un tema polémico que requiere un análisis profundo. Aunque para muchos sea fácil decir, por ejemplo "cada uno tiene derecho sobre su vida, y por tanto, puede decidir si terminarla o no". Sin embargo, ese tipo de comentarios no constituyen verdaderos argumentos para un debate que debe ser serio y detallada.
Por ejemplo, si una persona está en depresión, y con ciertos problemas físicos, y solicita un suicidio asistido. ¿Qué se debe hacer? ¿Se debe hacer caso a los deseos de esa persona y ayudarla en su propósito? Mi posición, en este caso, es negarle a esa persona lo que está pidiendo.

La cuestión es compleja y cada caso es único. El respeto a la voluntad del paciente es importante, sin embargo, muchas veces esa voluntad puede verse afectada emocionalmente y lleva a tomar decisiones al paciente que, quizás, en principio no aceptaría.

Quienes solicitan terminar con su vida están ejerciendo, obviamente el ejercicio de su libertad. Aquí se entra ya en un debate más filosófico, porque se podría cuestionar que tan libre está siendo el deseo de esa persona de poner fin a su existencia.
Es decir, existe un alto riesgo de pervertir la eutanasia en suicidio.


En el aspecto jurídico el autor Marcelo Palacios señala que  es preciso recordar que a menudo se olvida o soslaya que la expresión el derecho de todas a la vida implica inequívocamente el derecho de cada persona a la suya, incluyendo su final, no el de otros (individuos, sociedad, Estado) a decidir sobre ella.

sábado, 16 de abril de 2016

PENTECOSTÉS

Pentecostés (ó Domingo de Pentecostés) tiene lugar el 15 de mayo de 2016. En esta fecha se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de la actividad de la Iglesia, por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo.
Siete semanas son cincuenta días, de ahí el nombre de “Pentecostés” (= cincuenta) que recibió más tarde. La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
En el calendario cristiano con Pentecostés termina el tiempo pascual de los 50 días. Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio.
La fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tienen la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.